sábado, 2 de octubre de 2010

Pasada de revoluciones.

A mi me rompen el corazon con una facilidad asombrosa.
Alcanza con prometerme, por ejemplo, una tarde de mate entre amigas y cancelarla cuando tengo la mesa puesta para que me arruine el dia.
O que vea en un semaforo o subte a un infante con la edad de mi hermana para que me large a llorar desconsoladamente. No me da miedo o verguenza llorar.
Siempre dije a mis allegados mas cercanos que deben preocuparse cuando no lloro.
Cuando me quedo en silencio.
Es ahi cuando estoy en serios problemas, cuando estoy tan cansada que no puedo emitir sonido, cuando me derrotaron tanto que no puedo ni siquiera llorar como corresponde (Cortazar, Instrucciones para llorar)
Anoche queria llorar a mares. Queria gritar, gritar hasta quedarme sin aire en los pulmones.
Y no pude.
Me calle; organizandome mentalmente para distribuir las lagrimas concienzudamente a lo largo del nuevo dia que me quedaba por delante: un par en el tren a la ida, otras en el colectivo a la vuelta, algunas en el baño del trabajo por la mañana y las ultimas mientras escribo esto.
Esto que seguramente vos no vas a leer, que si lo lees no vas a hacerte cargo de que es para vos, para vos que me dejaste todavia mas herida que antes, que lograste la hazaña de que pueda sentirme mas sola durmiendo al lado tuyo en el king que en mi cama de una plaza.
Para vos que no sos nada en mi porque no soy nada en vos.
Porque es imposible encontrar a quien no quiere ser hallado, y mientras vos te empecinas en esconderte de mi yo me quedo rumiando en voz baja que Clara tenia razon otra vez, una vez mas.

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