lunes, 4 de octubre de 2010

12:58

No somos sino referencias de algo que alguna vez hicimos. Anécdotas que nos eternizaron en un actitud quizás basal de nuestra personalidad, quizás fruto de nuestra naturaleza personal mas intima, quizás resultado de un devenir momentáneo puramente efímero, casual e irrepetible.
El hermano que hace un buen asado.
La amiga loca pero "bien" que se enamora perdidamente de cada perdedor que se le cruza y siempre le rompen el corazón.
El padre ausente pero que se sacrifico abnegadamente por sus hijos hasta el ultimo momento de su pobre vida.
La madre de nuestra mejor amiga, tan perfecta que todas queríamos tenerla como propia en la adolescencia.
Vamos por la vida dejando detrás nuestro un reguero de acciones que lejos están de ser solamente eso: por ellas nos clasifican, nos aman, nos odian y nos temen. Una noche de borrachera o una navidad con la familia pueden marcar el limite entre atorrante o conservador: cualquier cosa sirve cuando de juzgar se trata.
Nos vuelven simples reflejos de nosotros mismos, cuando en realidad lo que hay en el espejo es mucho mas complejo.
Cuales son los limites es una respuesta que nadie puede jactarse de tener. Los mios cambian constantemente, lo cual supongo hace mas difícil la referencia asociada a mi nombre, el comentario casi chisme barato y para nada necesario con el que se acompaña el "Mariana" pronunciado.
Por que me enamoro con locura y sufro de la misma manera, pero guardo una distancia abismal con algunos seres que han pasado por mi vida dejando estela negativa.
Al tomar mis decisiones dificilmente me las planteo dos veces, lo cual mas de un dolor de cabeza me ha generado pero jamas, jamas, me arrepiento de ellas. No creo que sobre el tiempo como para dejar algo para mañana. Así que si tuve ganas, pueden estar seguros de que eventualmente lo hice.Supongo que en el fondo entiendo que soy mas que un error o un acierto fruto de la casualidad o la inferencia externa momentánea, por que un día con estrella lo tiene cualquiera y uno estrellado también.Supongo que entiendo que emborracharse de vez en cuando no tiene nada malo, despertar un sábado por la mañana al lado de un error permanente, difícil de erradicar pero no por eso poco placentero, menos aun.Tampoco lo tiene dormir en mi cama cuando todavía se siente el perfume del suavizante que uso mi madre al lavar mis sabanas.
No se vivir a medias y a veces eso me asusta, porque ir a fondo con mi apuesta puede dejarme en las puertas del cielo pero también volverme una habitante vitalicia en el séptimo circulo.
Cuando pienso que mis contradicciones muchas veces no me dejan respirar, me pregunto que ven cuando me ven. Que leen o que creen leer.
Me pregunto si no se asustarian un poco si volteara un centímetro el espejo y los dejara mirar.

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