sábado, 16 de octubre de 2010

"Ojala yo tuviera esa fuerza de voluntad nena"

Hace tres semanas que corro.
Tengo una plaza a dos cuadras de casa, nada exageradamente grande, pero para mis propositos de running amateur sirve.
La cosa es que en este momento de mi vida donde la cabeza me funciona mas de lo que quisiera, el cuerpo me pide movimiento, para no quedarse atras digamos. Asi que dia por medio,a veces todos los dias, llego del trabajo, me pongo las reebook mas viejas y destrozadas de la historia de la marca, un pantalon que compre en Uruguay en julio del año pasado (y que amo usar) y salgo a correr, a dar vueltas en la plaza.
Son las 10 de la noche y yo corro.
En general, a esa hora, los unicos seres humanos que veo son los de la pizzeria que esta en diagonal a la plaza y que se entretienen mirandome. Ocasionalmente algun trabajador retrasado volviendo a su hogar, un auto bajando el puente que rodeada a mi parque privado, alguien que sale de la estacion de tren, un estudiante volviendo a casa. Esos son mis unicos compañeros. Hasta el jueves, que me cruce con Marta.
Ya la habia visto varias veces, pero jamas me presto atencion ni yo a ella. El jueves, sin embargo, mientras yo arrancaba la primera vuelta, me saludo y al pasar a mi lado sonriendo me solto "Ojala yo tuviera esa fuerza de voluntad nena!!!" y siguio su camino.
Yo me frene en seco.
"Mariana" y "fuerza de voluntad" no son palabras que suelan estar en la misma frase.
Mientras me obligaba mentalmente a arrancar de nuevo, pense que si la frenara y le soltase unas cuantas verdades sobre mi vida no opinaria lo mismo. No me creeria perseverante sino erratica, herida en demasía, ausente a veces hasta de mi misma. Si me escuchara, podria ver que fuerza de voluntad es lo que me hace falta la mayor parte del tiempo. Lo dificil no es tomar decisiones, sino sostenerlas.
Pense que no valia la pena quitarle la idea, que no tenia fuerzas ni ganas para contarle a una absoluta extraña todos mis errores, mis empeños en quedarme donde no me necesitaban, mis ganas de soltar todo y a todos la mayor parte del tiempo.
Pense que quizas era mas sano dejarla creer que todavia existe gente en el mundo con fuerza de voluntad. Sonrei, fui complice de la mentira, y de paso, mientras tanto, intento crermela yo tambien.

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