sábado, 24 de abril de 2010

1999.

Veni, dame un beso.

Por que si.

Por que tengo ganas.

Por que estas acá y sos mio, aunque en media hora me vaya a vestir para seguir con mi vida, para de nuevo odiarte cordialmente hasta la próxima vez que juguemos a querernos, a esta guerra de estrategias que nos creamos entre los dos, este juego que no entiende nadie por entreverado y enfermo, por lógico e irracional (donde vos me decís que me queres y yo aunque no te creo te digo que si, que yo también, que tanto tiempo y todavía tus manos me hacen temblar)

Dame un beso que todavía tu boca me gusta, me hace acordar a mis diecisiete años, a las tardes de lluvia en las que llegábamos empapados de la calle y nos desvestíamos el uno al otro entre risas para meternos en la cama y hacer el amor toda la noche, para emborracharnos nada mas que de nosotros y de ese presente tan absurdamente perfecto que alguna vez tuvimos.

Dame un beso que quiero sacar una foto mental de este momento, una foto de vos parado mirándome desde el umbral de la puerta, fumando con parsimonia, vos a diez pasos mios y yo que puedo anticipar que vas a venir a decirme al oído cuanto te gusta tenerme en tu cama con nada mas que tu camisa puesta, vos acomodandote encima mio nuevamente, diciendome que soy la única mujer con todas las letras que conociste en tu vida, diciendome por enésima vez que te asusto de una manera que no podes terminar de entender.

Dame un beso que es la ultima vez de todas nuestras ultimas veces, la ultima vez de tu boca en mi estomago, de tus manos recorriendo mi espalda, de tu piel en mi piel.

Veni, dame un beso que ya me tengo que ir.

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